Había pasado dos años desde entonces. Dalila estaba más ocupada que nunca. Tenía 25 años. Anthony, pese a seguir siendo el mismo hombre frio y arisco, se había vuelto más abierto a la gente. Marc; ese sensato señor callado e quieto, hacía su trabajo como siempre. Una nueva chica iba a incorporase en la empresa.
Dalila se alegraba porque ya no estaría sola. Hace seis meses, su hermana desapareció en el mercado de especies y especias. Para los transformistas, los terrestres son una delicia comestible. Una cosa que no sabía Dalila claramente. Pero vayamos al meollo del problema. Es el día 24 de enero del año 2000. Hace mucho frío, incluso dentro de la oficina. Los currantes están pasando un frio de... ustedes ya saben.
Anthony se paseaba con un sonrisa en la cara. No era la sonrisa de que cada vez despedida a un empleado. Era una de alegría. Algo muy raro en este tío. Dalila corría de un lado para otro. Buscaba a su jefe. Al cabo de cinco minutos se perdió. Tratando de ir algún lado, bajo a toda velocidad por las escaleras. Tan veloz como iba, que más una persona corriendo, parecía luz. De pronto, Dalila vio un rayo blanco. Se choco con una chica. La chica empezó a disculparse:
- ¡Ay! ¡Perdone, no le había visto!- expreso la chica nerviosa
- ¡No pasa na', de na', de na', de na', de na', de na'...! ¡Nada!- dijo explosivamente Dalila
- No había que usted trabajaba aquí. Me llamo Yuri. Yuri Stanflordes.
- ¡Y yo Dalila, Dalila Rosario Gavilánez Hurtado de la Piedra!
- ¡Que nombre más alegre y florido!
- Tu nombre significa también es una flor. Es azucena en japonés.
- En realidad es un nombre masculino. Me lo pusieron de pequeña porque creían que era un chico.
- ¡Jajaja!- reía a carcajadas Dalila- ¡Que cosa muy curiosa! Pues pese de ser de ser un nombre chico, te queda bien.
- Gra- Gracias- tartamudeó sonrojada Yuri.
-¿Te puedo llamar ''Lilly''? Si no te importa claro...
-¡Pues claro!- afirmo muy contenta Yuri- ¡ Es un nombre como nada en este planeta!
-¡ Jajaja!- reía Dalila muy fuerte
-¡Jijiji!- reía Lilly muy bajo.
Dalila se fijo en Lilly. Yo le descriaría como una chica muy alta, de cabellos rubios y de ojos azules. Era técnicamente una belleza. Ambas caminaron hacia la zona comercial. Marc vio primero a Dalila. El saludo pero este advirtió la presencia de Lilly. Descubrir esa obra de arte en persona, hizo que Marc se le saliese literalmente el corazón de la boca, aparte de sangrar como un cerdo en un matadero. Dalila corrió hacia él. Marc pensó que le socorrería. Pero en vez de eso, le aparto del sitio de un solo golpe a diez metros y le paso la mopa al suelo. Lilly se fijaba mucho en él. Marc se levanto de la superficie. Dalila mientras dejaba, fue ayudarle. Cuando Marc estaba ya de pie, ella se precipitaba sobre él. Le sujeto de la mano y tan veloz como un rayo, le alzo hacia arriba y le estampo contra el techo. Donde estaba el cuerpo de Marc, salía como piedrecillas. Lilly ante una situación así, se encontraba muy tranquila. Anthony apareció ante la escena. Buscaba a Lilly. Miro a Dalila y le pregunto:
- ¿Desde cuándo esta Yuri contigo, Dalila?
- ¡Desdehacepoco!- respondió rápido ella
-Papa ¿Puedo trabajar en conjunta ''Lala''?- dijo Lilly
-¿Eres la hija del jefe?-le interrogo Dalila a Lilly-. No es mi hija. Es mi sobrina. Y encima, tu ya la conoces, Dalila.
- Pues yo nunca la había visto. -respondió Dalila
- Yo tampoco, papi...-contestó también Lilly
-¡¿Pero que me estáis diciendo?! Si ustedes dos se conocen desde los once años.
- ¡Y yo le digo que noooooooooooo...!- chillo ella de nuevo
- Bueno, déjenlo. Es como hablar con los...¡ Ahhhhhhhhhh!-grito Anthony mientras era agarrado y arrastrado por una fuerza invisible por la alfombra con mucha rapidez .
Dalila, Lilly y Marc le seguía corriendo. Anthony fue lanzado por la ventana con mucha potencia. Él estando en el aire, una luz azul le alumbraba. Un segundo después, apareció en ropa interior. Se sonrojo y al momento empezó a caer al vacío. Dalila salto del marco de la ventana y fue a por este. Anthony comenzó a vociferar:
- ¡IMBÉCIL! ¡NO TE DAS CUENTA DE QUE ASÍ MORIREMOS LOS DOS! ¡AAAAAAAAAA!
- ¡Si te salve una vez, te salvaré otra y otra y otra y...!
- ¡Cállate y sálvame el culo!- le ordeno Anthony enfadado
Dalila se quito la parte superior de su traje y lo utilizo a modo paracaídas. Cuando se acercaba a Anthony, le abrazo para protegerlo. En el momento que tocaron suelo, ambos aparecieron en una zona blanca. No había nada. Era todo blanco. A Anthony le sonaba esto. A Dalila esto era más raro que un político trabajando. Ante ellos, se mostro un hombre de vestimenta bastante extravagante. Se acerco lentamente al par. Miro fijamente a Anthony, mientras que a Dalila ni siquiera le hizo caso. De repente, fueron empujados hacia una puerta. Nadie estaba detrás de ellos. Donde estaban ahora, era todo lo contrario a la sala anterior. Al instante, se ilumino todo. Anthony estaba un banquillo. El de los acusados.
Era un juicio. Dalila se sentó en un banco de atrás de Anthony. Un señor con un enorme martillo vigilaba la salida de emergencia. Una chica bastante pequeña, se acerco al acusado y le dio un ostión en la cabeza. A continuación saco un papel y pronuncio las siguientes palabras: «El mendrugo llamado imputado, está acusado de haberse cargado a un transformista de una orden superior a este. Si no tiene medios, el sujeto tendrá que autoabastecerse en defensa, vamos; que tendrá que ser el mismo su abogado defensor.»
Dalila agitaba la mano como un mosquito hiperactivo. El juez le miro de forma desconfiada. La chica mexicana quería ayudar a su amigo. Anthony se le puso la cara pálida con sólo pensar que ella sería que defendiese su inocencia. El juicio duro un minuto. La sentencia para el acusado era condenado. Había dos posibilidades: estampida de mujeres de cincuenta kilos desnudas o servicios de captura anti-delincuentes. Anthony, por su vida, eligió la primera. Dalila empezó a gritar al juez:
-¡Por favor, no le condene a eso! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Él no ha matado a nadie! ¡Si una vez que vio una cucaracha, salto al archivador más alto!
- Dalila, bonita, ten la coca cerradita…- le susurró Anthony a ella
- Él puede ser un cabrón, promiscuo, ladrón, puerco, injusto, mamonaz…
-¡¡¡ DALILA!!!- chilló él a ella
- Pero no es un asesino. Bueno, sólo es una persona algo impulsiva y violenta…
- Dalila…
- Por lo que le digo, ¿es mejor un ser como mi jefe que este muerto o rompiéndose la espalda, las rodillas y los brazos? Señor juez, haga que el recupere lo perdido. Nada más.
- Tiene suerte de que no le haya dado al martillo, transformista de primer orden.- dijo el juez severo-. Anthony John Harrison, usted tendrá en un plazo de noventa días recolectar almas de delincuentes peligros. Por cierto, su subordinado esta el saco también.
Dalila se alegraba porque ya no estaría sola. Hace seis meses, su hermana desapareció en el mercado de especies y especias. Para los transformistas, los terrestres son una delicia comestible. Una cosa que no sabía Dalila claramente. Pero vayamos al meollo del problema. Es el día 24 de enero del año 2000. Hace mucho frío, incluso dentro de la oficina. Los currantes están pasando un frio de... ustedes ya saben.
Anthony se paseaba con un sonrisa en la cara. No era la sonrisa de que cada vez despedida a un empleado. Era una de alegría. Algo muy raro en este tío. Dalila corría de un lado para otro. Buscaba a su jefe. Al cabo de cinco minutos se perdió. Tratando de ir algún lado, bajo a toda velocidad por las escaleras. Tan veloz como iba, que más una persona corriendo, parecía luz. De pronto, Dalila vio un rayo blanco. Se choco con una chica. La chica empezó a disculparse:
- ¡Ay! ¡Perdone, no le había visto!- expreso la chica nerviosa
- ¡No pasa na', de na', de na', de na', de na', de na'...! ¡Nada!- dijo explosivamente Dalila
- No había que usted trabajaba aquí. Me llamo Yuri. Yuri Stanflordes.
- ¡Y yo Dalila, Dalila Rosario Gavilánez Hurtado de la Piedra!
- ¡Que nombre más alegre y florido!
- Tu nombre significa también es una flor. Es azucena en japonés.
- En realidad es un nombre masculino. Me lo pusieron de pequeña porque creían que era un chico.
- ¡Jajaja!- reía a carcajadas Dalila- ¡Que cosa muy curiosa! Pues pese de ser de ser un nombre chico, te queda bien.
- Gra- Gracias- tartamudeó sonrojada Yuri.
-¿Te puedo llamar ''Lilly''? Si no te importa claro...
-¡Pues claro!- afirmo muy contenta Yuri- ¡ Es un nombre como nada en este planeta!
-¡ Jajaja!- reía Dalila muy fuerte
-¡Jijiji!- reía Lilly muy bajo.
Dalila se fijo en Lilly. Yo le descriaría como una chica muy alta, de cabellos rubios y de ojos azules. Era técnicamente una belleza. Ambas caminaron hacia la zona comercial. Marc vio primero a Dalila. El saludo pero este advirtió la presencia de Lilly. Descubrir esa obra de arte en persona, hizo que Marc se le saliese literalmente el corazón de la boca, aparte de sangrar como un cerdo en un matadero. Dalila corrió hacia él. Marc pensó que le socorrería. Pero en vez de eso, le aparto del sitio de un solo golpe a diez metros y le paso la mopa al suelo. Lilly se fijaba mucho en él. Marc se levanto de la superficie. Dalila mientras dejaba, fue ayudarle. Cuando Marc estaba ya de pie, ella se precipitaba sobre él. Le sujeto de la mano y tan veloz como un rayo, le alzo hacia arriba y le estampo contra el techo. Donde estaba el cuerpo de Marc, salía como piedrecillas. Lilly ante una situación así, se encontraba muy tranquila. Anthony apareció ante la escena. Buscaba a Lilly. Miro a Dalila y le pregunto:
- ¿Desde cuándo esta Yuri contigo, Dalila?
- ¡Desdehacepoco!- respondió rápido ella
-Papa ¿Puedo trabajar en conjunta ''Lala''?- dijo Lilly
-¿Eres la hija del jefe?-le interrogo Dalila a Lilly-. No es mi hija. Es mi sobrina. Y encima, tu ya la conoces, Dalila.
- Pues yo nunca la había visto. -respondió Dalila
- Yo tampoco, papi...-contestó también Lilly
-¡¿Pero que me estáis diciendo?! Si ustedes dos se conocen desde los once años.
- ¡Y yo le digo que noooooooooooo...!- chillo ella de nuevo
- Bueno, déjenlo. Es como hablar con los...¡ Ahhhhhhhhhh!-grito Anthony mientras era agarrado y arrastrado por una fuerza invisible por la alfombra con mucha rapidez .
Dalila, Lilly y Marc le seguía corriendo. Anthony fue lanzado por la ventana con mucha potencia. Él estando en el aire, una luz azul le alumbraba. Un segundo después, apareció en ropa interior. Se sonrojo y al momento empezó a caer al vacío. Dalila salto del marco de la ventana y fue a por este. Anthony comenzó a vociferar:
- ¡IMBÉCIL! ¡NO TE DAS CUENTA DE QUE ASÍ MORIREMOS LOS DOS! ¡AAAAAAAAAA!
- ¡Si te salve una vez, te salvaré otra y otra y otra y...!
- ¡Cállate y sálvame el culo!- le ordeno Anthony enfadado
Dalila se quito la parte superior de su traje y lo utilizo a modo paracaídas. Cuando se acercaba a Anthony, le abrazo para protegerlo. En el momento que tocaron suelo, ambos aparecieron en una zona blanca. No había nada. Era todo blanco. A Anthony le sonaba esto. A Dalila esto era más raro que un político trabajando. Ante ellos, se mostro un hombre de vestimenta bastante extravagante. Se acerco lentamente al par. Miro fijamente a Anthony, mientras que a Dalila ni siquiera le hizo caso. De repente, fueron empujados hacia una puerta. Nadie estaba detrás de ellos. Donde estaban ahora, era todo lo contrario a la sala anterior. Al instante, se ilumino todo. Anthony estaba un banquillo. El de los acusados.
Era un juicio. Dalila se sentó en un banco de atrás de Anthony. Un señor con un enorme martillo vigilaba la salida de emergencia. Una chica bastante pequeña, se acerco al acusado y le dio un ostión en la cabeza. A continuación saco un papel y pronuncio las siguientes palabras: «El mendrugo llamado imputado, está acusado de haberse cargado a un transformista de una orden superior a este. Si no tiene medios, el sujeto tendrá que autoabastecerse en defensa, vamos; que tendrá que ser el mismo su abogado defensor.»
Dalila agitaba la mano como un mosquito hiperactivo. El juez le miro de forma desconfiada. La chica mexicana quería ayudar a su amigo. Anthony se le puso la cara pálida con sólo pensar que ella sería que defendiese su inocencia. El juicio duro un minuto. La sentencia para el acusado era condenado. Había dos posibilidades: estampida de mujeres de cincuenta kilos desnudas o servicios de captura anti-delincuentes. Anthony, por su vida, eligió la primera. Dalila empezó a gritar al juez:
-¡Por favor, no le condene a eso! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Él no ha matado a nadie! ¡Si una vez que vio una cucaracha, salto al archivador más alto!
- Dalila, bonita, ten la coca cerradita…- le susurró Anthony a ella
- Él puede ser un cabrón, promiscuo, ladrón, puerco, injusto, mamonaz…
-¡¡¡ DALILA!!!- chilló él a ella
- Pero no es un asesino. Bueno, sólo es una persona algo impulsiva y violenta…
- Dalila…
- Por lo que le digo, ¿es mejor un ser como mi jefe que este muerto o rompiéndose la espalda, las rodillas y los brazos? Señor juez, haga que el recupere lo perdido. Nada más.
- Tiene suerte de que no le haya dado al martillo, transformista de primer orden.- dijo el juez severo-. Anthony John Harrison, usted tendrá en un plazo de noventa días recolectar almas de delincuentes peligros. Por cierto, su subordinado esta el saco también.
Anthony estaba rojo de la rabia. Se quería abalanzar al cuello de Dalila. Cuando estaba dispuesto a ahorcarla, el lugar de blanco se transformo en la calle de la casa de Dalila.
Marc y Anthony estaban con el agua al cuello.