Imagínese un mundo cubierto de babas moradas y de monstruos tan terroríficos que, ni siquiera la mente humana seria capaz de soportar tal visión. Ahí mora uno de los seres mas despreciables de ambos mundos .Un ser sin forma fija que es capaz de transformarse en un hombre peligroso o una una mujer seductora pero mortal. Que la suerte se apiada de aquel que se le encuentre cara a cara. Por lo visto en el pasado, casi hizo desparecer el mundo de los brujos multiformes. Sin embargo, una bruja de la zona del cisne pudo pararle los pies y crear ese mundo que tendría que pagar condena para toda la eternidad. Desde entonces, ha pasado sólo cien años de ese momento.
Y ahora presentemos a nuestras protagonistas del mundo humano: Amanda y Buenaventura. La primera tiene dieciocho años, es morena, alta y tiene algún kilo demás. Posee un pelo largo de color castaño claro y ojos verdes . La segunda es dos años más mayor que la anterior, delgada como un palillo chino, altísima y de piel tan clara como la nieve. Su cara tiene una forma particular ya que la quijada es muy triangular. Aun en su rostro permanece sus luceros aguamarina. Ambas comparten piso en Tokio como estudiantes de intercambio. Aparte de compartir piso, también se dividen entre la dos un secreto : son brujas. Amanda se hizo bruja por elección propia, mientras que Buenaventura fue obligada por su familia por ''tradición''. Las dos forman el dúo '' Las brujas de Febe " ya que contienen el poder de la juventud, una gran inteligencia y muchas ganas de combatir.
Entre tanto, en el mundo de los brujos, dos condenados a muerte en el núcleo brujero, desean con toda su fuerza mental salir de ahí. Estos dos se llamaban Víctor y Conlicus. El primero de este par tiene un carácter mas agrio que la leche cortada, mientras que el segundo era más dulce que la nata con fresas. Ambos eran magos de provecho; es decir que aun estaban en proceso de aprendizaje. Para su desgracia , un hechizo que hicieron bastante mal y sin querer soltaron a la ''Beeillia''. Su única esperanza era fugarse, ir a la cascada de lapilazuli y si pasaba alguien por ese lugar; unirse a su cuerpo
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