jueves, 5 de julio de 2012

Los designios silibos 1.1.1.

¿Por qué tengo que cargar con este pendón? ¿Qué demonios le pasa?  ¿Ahora se rinde ante la muerte después de todo? No es el único que ha perdido su amor .Estoy sola con este chaval. Sólo  espero que no se deprima. Miedo me da. No puede permitirle que pierda la esperanza. Por favor, que no se derrumbe. Ya no soy nada para nadie. Si pudiera llevarle a un hospital. Si el se muere, mi suerte podía ser menos favorable ¿Es qué acaso no nadie que se preocupe  por él ? Por el amor de Dios, que estamos en plena calle heridos. Nada puede ser de ayuda moral ahora. Sólo me queda ir  a un lugar ... Sólo nos... Sólo...                      




                                                                          ***
¿ Dónde estoy? ¡Un momento! ¿Me he desmayado? ¿Cuándo? Pardiez, me como duele mucho en la zona del páncreas. Me han vendado ¿Y eso? Por lo que veo a mi alrededor, dudo mucho que sea un ambulatorio y aun más que sea un hospital de urgencias. Por lo menos estoy viva. No veo al muchacho. Estoy acostada en una cama con una manta decorada con dibujos de ositos de peluche.  Por lo menos el lugar me relaja bastante. Las ventanas son traslúcidas como las aguas frescas de un manantial. Las paredes pintadas con un blanco que parece sacado de la nubes de la bóveda terrestre. El suelo aparenta ser parque.  Sin embargo, la angustia me persigue y si mi ánimo está por los suelos puede que tarde más en recuperarme. Doy gracias a que soy una persona muy alegre y de un carácter algo fuerte.







Y ustedes se preguntaran quién demonios soy yo. Pues hola. Muy buenas. Me llamo Fortuna. Vivo en ... Bueno, en realidad no vivo en ningún sitio ya que soy una profesional del transporte. Aunque siempre en mis vacaciones y puentes largos regreso a mi lugar de nacimiento: La bella ciudad de Bérgamo. Mi familia viva ( mi tío materno, mi padre, mi abuelo y mi bisabuela paterna) se alojan en distintas partes de la provincia pero siempre nos reunimos por fiestas en la parte alta de la ciudad.  Pero por ahora todos se llevan como el culo a excepción de mi bisabuela y mi padre. Una mujer como yo no toleraría eso si no fuera por lo que me aconteció cuando tenía diecinueve años.




Resulta ser que mi padre discutió un día con su hermano. Mi progenitor amenazó con echar de casa  a la familia de este. Mi tío respondió que nunca le vería más en esa casa mientras estuviese vivo. No obstante, mi primo pequeño decidió quedarse y mi padre le aceptó aquello. Eso me supuso un golpe a mi lógica, puesto a que no llegue a comprender del todo por qué expulsaba de la casa familiar a la prole de su allegado quedándose sólo un miembro de aquel en el lugar. Yo desconfiaba de él. No me daba aires de seguridad. Con el paso del tiempo, supuse que mi primo era una buena persona o al menos así lo recordaba yo. Jamás entendí el enfado de mi procreador cuando mencionaba la razones del destierro de su hermano.  Casi siempre gruñía y se le enrojecía la cara. Por no faltarle el respeto, me reía a mis adentros. No lo podían negar nadie. Ese gesto era divertido para el observador.




En mi vigésimo tercero aniversario, decidí emigrar a Yankielandia en busca de algo mejor de lo que había en mi país. Tuve la magnifica suerte de que una amiga mía,  Andriana, ( que expiro tres años después) me acompañaría en el viaje. En el penúltimo día, cené con mi un grupo de amigos y me despedí de mi padre y de mi primo. Al contrario que suele suceder con la gente normal, yo no los eche de menos y es mas, me alegre de perderles de vista. Ahora que eso se me viene a la mente, me es desagradable. Yo me crié con ellos. Espero no ser bipolar.




Continuara ....





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