miércoles, 29 de junio de 2011

LA AUTOCONFESIÓN DE UN PEZ VERDE


Desde la desaparición de mi planeta en mi mente se deslizan las preocupaciones de que paso en ese momento y lugar. Mi nombre es Leonardo Kaboakgo. Tengo la apariencia externa de una persona, pero en realidad soy un hidroconído. Vivo junto a mis hijos en el planeta Tierra desde el año 2692. No obstante, no es la primera vez que estoy en este mundo.



Mis orígenes son un tanto inciertos incluso para los cosmólogos. Se cree que mi planeta desapareció por causa no naturales. Muchos investigadores aseguran que aquello lo hizo desvanecer  fue una especie de agujero negro. Aunque se duda bastante de que hubiese sido esa la causa. Por lo menos, mis padres biológicos se aseguraron de ponerme a salvo. Mi madre adoptiva me contó que varios extraterrestres abandonaban a sus hijos enviándolos a otras galaxias a través de agujeros de gusano y que estos estaban siempre en capsulas de emergencia.


Ella me encontró  en una cápsula por primera vez en Siberia. No tendría ni siquiera un mes de vida. En años más adelante, me dijo que la primera vez que me vio pensó que era un pez muy raro. `` Tenías la piel verde y escamosa. Tus morros eran como dos salchichas. Tu pelo era de color azul. Me asuste lo bastante para alejarme diez metros de ahí. Pero me picaba la curiosidad. Me acerque poco a poco de nuevo a la capsula. Ya no veía aquel extraño ser sino a un bebe rubio de tez casi blanca como la nieve. Decidí acurrucarte entre mis brazos. Para que no tuviera ningún problema con la sociedad, te adopte como si fueras mi hijo propio me contaba mi madre de manera detallada.




Los años siguientes fueron un tanto normales para nosotros dos. Nadja; mi madre adoptiva, descubrió una gran inteligencia en mi persona. Gracias a ese potencial, me dieron una beca con 15 años para ir a nueva York. Fui durante todo el viaje de dos horas desde  Moscú hasta allá. Mis compañeros me plantado en el puerto. Tuve suerte de tener la ficha donde ponía la dirección del piso de acogida. Una vez que me dirigí y me instale, dedique unos minutos para observar como era el piso. Unos minutos más tarde, baje a pasear a la playa. Había luna llena. Sin darme cuenta, estaba rodeado de parejas dándose el lote. Me senté en un banco para descansar. Al cabo de unos segundos, tenía la sensación de que alguien me observaba. Seguramente eran imaginaciones mías. De repente, un ser me golpeo.



En ese mismo instante, mi difunta esposa me secuestro del planeta, durante una larga temporada. Ella esta muy enamorada de mí. Sin embargo, yo no sentía ni el más mínimo cariño hacia mi esposa en aquella época. Pero pese al desden que sentía, tuve vástagos junto a esta con el paso de los años.


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