Muy buenas a todos. Me llamo Carmen Lucía de Azpilicueta. Tengo 27 años. Mucha gente me describiría como una mujer arrogante y odiosa. Esas personas no me conocen mucho en profundidad. La imagen mala que doy es debido a mis ataques de rabia. No se que decir aparte de que eso no es verdad. Normalmente me suelo enfurecer por mi personalidad. Por que en verdad, uno se crea su forma de ser a través de los años. Nadie sabe quienes eran mis padres, mis amigos, mi infancia ni nada. Ni siquiera mi mis mejores amigas saben que fue de mi pasado.
Todo empezó un 12 de octubre en los años 70's. Yo nací por cesaría debido a un accidente que mi madre tuvo. Una fuerte caída le hizo romper aguas. Mi padre, años más tarde, siempre me decía que ella era un poco torpe. No le creí en ningún momento. Después del parto, mi madre murió súbitamente. El único que quedo para cuidarme era el infame y perrazo de mi padre. Ustedes ya entenderán por que le llamo así. En el momento que tenía catorce años, mi ''querido'' padre describió a mi madre como: ‘‘una mujer muy tocapelotas y un poco zorra''. Aquel día hasta hoy, sentí y siento una aberración y desprecio que no habría palabra para medirlo.
En el tiempo que mi padre me matriculo a un colegio de curas, hizo algo que nunca entendí que una persona sensata haría en esta vida a su retoño. Durante trece años seguidos él me obligo a travestirme. Me cortaba el pelo casi dejándomelo rapado. Me ponía una faja para aplastarme los pechos. Y todo con tal sólo graduarme en el mismo colegio que el. Gracias a que tuve una época de oro pude soportar todo esta locura. Nadie sospechó en un principio pero con el paso de los años todo el mundo se fijaba que miss caderas estaban muy anchas. La anatomía no era propia de un varón. Yo exponía la excusa de que me había engordado. Los que exclusivamente que sabia que era una chica eran los curas, el director y mi padre.
Cuando por fin me acostumbre a todo esto, pude perfectamente hacer amigos. A mi verdadero amigo; si estuviera aquí, le estaría dando las gracias por aquellos maravillosos años. Al menos fue el único chico que no me trataba como una mierda. Él iba a un curso mayor. Yo andaría por 2º o 3º de EGB. Durante cuatro años enteros me enamore perdidamente de él. Se llamaba Manolo. Era amable y sencillo.
Pero las desgracias siempre tocan en el apogeo hasta caer en la desgracia. A los años siguientes se hizo amigos de unos macarras. A mi me daban muy mala espina. En ese grupito tenia la mala fama de meterse en peleas y de quitarles el dinero a los demás por la fuerza. Y lo peor de todo es que iban a mi colegio. Por el parecer, a mi me aceptaron en aquel grupo. Sin saber como, acompañaba a donde fuera a Manolo y a su grupo. Yo apenas conversaba con sus integrantes.
Menos mal que el verano llegaba. Sentía la rara sensación de marginación en aquel conjunto de personas. En el verano, me iba a la casa de mi tío que vivía en Benidorm. Al ser posible, podría ponerme falda y dejarme el cabello suelto. Pero eso significaba despedirme de Manolo durante un largo período de tiempo. A la vuelta del verano me iba a llevar una sorpresa.
Todo empezó un 12 de octubre en los años 70's. Yo nací por cesaría debido a un accidente que mi madre tuvo. Una fuerte caída le hizo romper aguas. Mi padre, años más tarde, siempre me decía que ella era un poco torpe. No le creí en ningún momento. Después del parto, mi madre murió súbitamente. El único que quedo para cuidarme era el infame y perrazo de mi padre. Ustedes ya entenderán por que le llamo así. En el momento que tenía catorce años, mi ''querido'' padre describió a mi madre como: ‘‘una mujer muy tocapelotas y un poco zorra''. Aquel día hasta hoy, sentí y siento una aberración y desprecio que no habría palabra para medirlo.
En el tiempo que mi padre me matriculo a un colegio de curas, hizo algo que nunca entendí que una persona sensata haría en esta vida a su retoño. Durante trece años seguidos él me obligo a travestirme. Me cortaba el pelo casi dejándomelo rapado. Me ponía una faja para aplastarme los pechos. Y todo con tal sólo graduarme en el mismo colegio que el. Gracias a que tuve una época de oro pude soportar todo esta locura. Nadie sospechó en un principio pero con el paso de los años todo el mundo se fijaba que miss caderas estaban muy anchas. La anatomía no era propia de un varón. Yo exponía la excusa de que me había engordado. Los que exclusivamente que sabia que era una chica eran los curas, el director y mi padre.
Cuando por fin me acostumbre a todo esto, pude perfectamente hacer amigos. A mi verdadero amigo; si estuviera aquí, le estaría dando las gracias por aquellos maravillosos años. Al menos fue el único chico que no me trataba como una mierda. Él iba a un curso mayor. Yo andaría por 2º o 3º de EGB. Durante cuatro años enteros me enamore perdidamente de él. Se llamaba Manolo. Era amable y sencillo.
Pero las desgracias siempre tocan en el apogeo hasta caer en la desgracia. A los años siguientes se hizo amigos de unos macarras. A mi me daban muy mala espina. En ese grupito tenia la mala fama de meterse en peleas y de quitarles el dinero a los demás por la fuerza. Y lo peor de todo es que iban a mi colegio. Por el parecer, a mi me aceptaron en aquel grupo. Sin saber como, acompañaba a donde fuera a Manolo y a su grupo. Yo apenas conversaba con sus integrantes.
Menos mal que el verano llegaba. Sentía la rara sensación de marginación en aquel conjunto de personas. En el verano, me iba a la casa de mi tío que vivía en Benidorm. Al ser posible, podría ponerme falda y dejarme el cabello suelto. Pero eso significaba despedirme de Manolo durante un largo período de tiempo. A la vuelta del verano me iba a llevar una sorpresa.
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