domingo, 24 de abril de 2011

EL ESPEJO ROTO DE DALILA.

Dalila observaba el espejo que había en los baños femeninos. Se imaginaba que al otro lado del objeto había otra persona. Siempre sonreía cuando se miraba y la otra ''persona'' también hacía la misma acción. Aunque por regla general, a los dos minutos tenía que irse de ahí ¿ La razón? Don Sebastián le llamaba la atención diciéndole :''que eres una niña, eres una pomposa, una cursi'' y etcétera y etcétera. A ella, esos insultos, era aire en un túnel.









La relación de esta y ella no era precisamente de respeto. Él pensaba que esta era una especie de sirvienta. Incluso la empezó a llamar ''Maida''. Nada del otro mundo haría pensar a Dalila que fuese su ''jefe''. Cuando terminaba de trabajar, iba a su casa. Su ''hogar'' estaba en el centro. No vivía sola. Su piso estaba compartido por dos jóvenes universitarios  que le gustaban la ''hierba buena''. Normalmente, esa planta implantaría su olor a menta fresca.  Pero el ''aroma'' era como si alguien hubiese quemado llantas de neumático. Una noche, a Dalila le vino una idea bastante loca. Como no tenía a nadie con quien conversar y que la aguantase como la otra ''persona''. Iba a ir al edificio de la empresa. Con mucho cuidado, se vistió de negro. Salio de su habitación discretamente. Vio a sus compañeros, que estaban mas pedo que Alfredo. En su inocencia, Dalila pensó que estaban durmiendo.

- ¡ ADIÓS, CHICOSSSS!- grito Dalila a pulmón.
-¡¿Que ha sido eso!?- exclamo uno de los chicos.

Cuando levantaron la vista, todo estaba tranquilo y una ventana abierta. Dalila se había ido.

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