Dalila observaba el espejo que había en los baños femeninos. Se imaginaba que al otro lado del objeto había otra persona. Siempre sonreía cuando se miraba y la otra ''persona'' también hacía la misma acción. Aunque por regla general, a los dos minutos tenía que irse de ahí ¿ La razón? Don Sebastián le llamaba la atención diciéndole :''que eres una niña, eres una pomposa, una cursi'' y etcétera y etcétera. A ella, esos insultos, era aire en un túnel.
La relación de esta y ella no era precisamente de respeto. Él pensaba que esta era una especie de sirvienta. Incluso la empezó a llamar ''Maida''. Nada del otro mundo haría pensar a Dalila que fuese su ''jefe''. Cuando terminaba de trabajar, iba a su casa. Su ''hogar'' estaba en el centro. No vivía sola. Su piso estaba compartido por dos jóvenes universitarios que le gustaban la ''hierba buena''. Normalmente, esa planta implantaría su olor a menta fresca. Pero el ''aroma'' era como si alguien hubiese quemado llantas de neumático. Una noche, a Dalila le vino una idea bastante loca. Como no tenía a nadie con quien conversar y que la aguantase como la otra ''persona''. Iba a ir al edificio de la empresa. Con mucho cuidado, se vistió de negro. Salio de su habitación discretamente. Vio a sus compañeros, que estaban mas pedo que Alfredo. En su inocencia, Dalila pensó que estaban durmiendo.
- ¡ ADIÓS, CHICOSSSS!- grito Dalila a pulmón.
-¡¿Que ha sido eso!?- exclamo uno de los chicos.
Cuando levantaron la vista, todo estaba tranquilo y una ventana abierta. Dalila se había ido.
La relación de esta y ella no era precisamente de respeto. Él pensaba que esta era una especie de sirvienta. Incluso la empezó a llamar ''Maida''. Nada del otro mundo haría pensar a Dalila que fuese su ''jefe''. Cuando terminaba de trabajar, iba a su casa. Su ''hogar'' estaba en el centro. No vivía sola. Su piso estaba compartido por dos jóvenes universitarios que le gustaban la ''hierba buena''. Normalmente, esa planta implantaría su olor a menta fresca. Pero el ''aroma'' era como si alguien hubiese quemado llantas de neumático. Una noche, a Dalila le vino una idea bastante loca. Como no tenía a nadie con quien conversar y que la aguantase como la otra ''persona''. Iba a ir al edificio de la empresa. Con mucho cuidado, se vistió de negro. Salio de su habitación discretamente. Vio a sus compañeros, que estaban mas pedo que Alfredo. En su inocencia, Dalila pensó que estaban durmiendo.
- ¡ ADIÓS, CHICOSSSS!- grito Dalila a pulmón.
-¡¿Que ha sido eso!?- exclamo uno de los chicos.
Cuando levantaron la vista, todo estaba tranquilo y una ventana abierta. Dalila se había ido.
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